Pedro Coco
Sevilla, 18/11/2009.
Teatro de la Maestranza.
Franco Alfano: Cyrano de Bergerac. Comedia heroica en cinco actos con libreto de Henri Cain.
.
David Alagna, dirección escénica y escenografía. Christian Gasc, vestuario.
Roberto Alagna (Cyrano), Nathalie Manfrino (Roxane), Jorge de León (Christian de Neuvillete), Nicolás Rivenq (Conde de Guiche), Jean-Luc Ballestra (Capitán Carbon / Vizconde De Valvert), Carmelo Corrado (Ragueneau), Richard Rittelmann (Le Bret), Itxaro Mentxaca (La dueña / Sor Marthe), Eduardo Hernández (Lignière), Aurora Amores (Lise).
.
Coro de la Asociación de Amigos del Teatro Maestranza.
Orquesta Sinfónica de Sevilla.
Director: Marco Guidarini.
Producción de la Ópera Nacional de Montpellier y David Alagna
Actualmente, y por regla general, títulos como Cyrano de Bergerac, sólo se programan en los teatros de ópera por deseo expreso de un cantante en privilegiada situación de estrellato, que se siente atraído por el sugerente rol protagónico. En opinión de quien suscribe, es quizás la faceta teatral la que puede resultar más atractiva del protagonista de Rostand, pues si bien musicalmente encontramos entre las páginas de su partitura escenas dignas de alta consideración, como la que cierra el acto tercero, no es en general ésta de Alfano una obra maestra que pudiera encontrar lugar estable dentro del repertorio habitual.
Afortunadamente, una voz como la del expresivo y comunicativo Roberto Alagna, rica en armónicos, excelentemente proyectada y que en este repertorio brilla de modo especial gracias a su cuidado fraseo y dicción sobresaliente, nos facilita el primer contacto con la ópera. No le falta carisma, desenvoltura sobre las tablas ni magnetismo, demostrando una vez más que es gran actor capaz de salir airoso de cualquier reto escénico.
A su lado, una soprano que va convirtiéndose poco a poco en habitual del Teatro de la Maestranza. Nathalie Manfrino nos visita por tercera vez en poco tiempo, y si bien no convenció en su presentación como Juliette en la ópera de Gounod, ni -aunque mejorando- pasó con honores la prueba de Leïla en Los Pescadores de Perlas de Bizet, esta vez descubrimos con placer que el instrumento madura a una velocidad vertiginosa; en Roxane, papel que más ha interpretado en su corta carrera, apreciamos una voz homogénea, elegante y de interesante color, además de una evolución dramática que llega a su cumbre en un intenso último acto.
Afortunadamente, una voz como la del expresivo y comunicativo Roberto Alagna, rica en armónicos, excelentemente proyectada y que en este repertorio brilla de modo especial gracias a su cuidado fraseo y dicción sobresaliente, nos facilita el primer contacto con la ópera. No le falta carisma, desenvoltura sobre las tablas ni magnetismo, demostrando una vez más que es gran actor capaz de salir airoso de cualquier reto escénico.
A su lado, una soprano que va convirtiéndose poco a poco en habitual del Teatro de la Maestranza. Nathalie Manfrino nos visita por tercera vez en poco tiempo, y si bien no convenció en su presentación como Juliette en la ópera de Gounod, ni -aunque mejorando- pasó con honores la prueba de Leïla en Los Pescadores de Perlas de Bizet, esta vez descubrimos con placer que el instrumento madura a una velocidad vertiginosa; en Roxane, papel que más ha interpretado en su corta carrera, apreciamos una voz homogénea, elegante y de interesante color, además de una evolución dramática que llega a su cumbre en un intenso último acto.
© 2009 by Guillermo Mendo
El español Jorge de León -que cerraba la temporada anterior con La Bruja- pareció entender bien lo demandado en el rol de Chrisitian, y resultó irreprochable desde el punto de vista teatral. El instrumento sin embargo no posee una particular belleza, ni gran flexibilidad, contrastando en fraseo con el de Roberto Alagna. El resto del reparto cumplió su cometido con gran profesionalidad, destacando las voces de Jean Luc Ballestra y la siempre adecuada Itxaro Mentxaca, que vuelca en cada papel comprimario su amplia experiencia.
El maestro Guidarini, director en las funciones del Festival de Montpellier, nos presentó una lectura de la partitura no muy pulida pero con la justa dosis de intensidad en cada cuadro; encontrando el equilibrio entre foso y escena que tan necesario es en coliseos como el Maestranza, sacó de la Sinfónica de Sevilla deliciosos momentos. No fue así con el coro, que parece entrar en la dinámica de ir mejorando a medida que avanza la temporada.
© 2009 by Guillermo Mendo
David Alagna no quiso interferir demasiado en las directrices que marca el libreto, lo que es de agradecer cuando se presenta una obra por primera vez. La historia se desarrolló como todos esperábamos, y cualquier profano pudo seguir la acción sin complicación aparente. Quién sabe si -dada la buena ración de ‘genialidades’ que estamos acostumbrados a sufrir cada año- dentro de un tiempo será esta postura la transgresora… Al montaje de Alagna sólo hay que reprocharle unos interminables cambios de escena, que a muchos hacía distanciarse de la trama. Excelente el trabajo del figurinista Christian Gasc.
Tras un comienzo de temporada en el que han predominado títulos infrecuentes -curiosamente compartiendo década y casi año del siglo XX- y que se han saldado con un considerable éxito de crítica y público, llega el turno de las obras más populares del repertorio. Esperemos que la dinámica positiva continúe con La Favorite, La Traviata y Turandot.
Este artículo fue publicado el 25/11/2009
No hay comentarios:
Publicar un comentario