Artículo en el PeriodistaDigital.com el día del estreno en el Teatro Real de Madrid
Por José Catalán Deus 04.05.07
El estreno de una ópera española sería acontecimiento en cualquier caso. Si trata de mística y su autor tiene menos de 40 años, la expectación se calienta. 'El viaje a Simorgh' se estrenó en el Teatro Real. Estuvimos para contárselo.
Uno se sienta en su butaca sabiendo que se quiere comunicar algo importante, superior a lo cotidiano; se trata de mística, y la palabra siempre causa respeto y cierta sumisión. Durante casi dos horas, el misterio aletea, a veces potente, a veces alicaído. Pero ni el éxtasis, ni el descubrimiento emocional a secas, ni siquiera el contacto intelectual cómplice, aparecen. En su lugar, insinuaciones desvaídas, alusiones groseras, intentos que no perduran. El tema es el más difícil, el acierto casi imposible. Si el músico se hubiera aliado con mejor guionista quizás hubiera la obra mejor madurado. Demasiadas escenas, demasiado variadas. pero un experimento digno de hacer y digno de contemplar.
Así diríamos con toda sinceridad de este 'El viaje a Simorgh'. Su autor cree que 'la ópera es el auténtico laboratorio en el que se pueden plasmar los elementos más complejos y dispares de la creación artística'. Lo ha intentado empleando lo mejor de sí mismo. Felicitaciones a él y a todos los que le acompañan en esta aventura del Teatro Real.
Una instrumentación excelente, con recitativos difíciles de seguir y un libreto bien intencionado pero deficiente. Sánchez-Verdú es un gran músico y ha compuesto una gran ópera con recursos musicales imaginativos, con acento propio, con personalidad, y con una ambientación electrónica novedosa en la ópera mundial que modifica la orientación de los sonidos introduciendo sorpresa y emoción. La escenografía del artista Frederic Amat es también notable en su conjunto, aunque no sean adecuadas en mi modesta opinión las proyecciones a escenario completo, aunque haya alusiones gratuitas a los gustos del momento.
Hoy el Teatro Real presenta el estreno mundial de una ópera española actual, 'El viaje a Simorgh', con música y libreto de José María Sánchez-Verdú, nacido en Algeciras en 1968, con la dirección de escena y escenografía a cargo de un conocido artista plástico, Frederic Amat. El texto es una libre adaptación de la novela de Juan Goytisolo Las virtudes del pájaro solitario, con poemas y textos de San Juan de la Cruz, Ibn al Farid, Fariduddin al-Attar, El cantar de los cantares (en la traducción de Fray Luis de León) y Leonardo Da Vinci.
'EN PLENA COMUNIÓN CON EL SUFISMO'
En palabras de su autor, “la obra traza un desplazamiento, un éxodo, una búsqueda en la que los lugares, tiempos y personajes de la novela de Juan Goytisolo constituyen las etapas o jardines que trazan las aves del relato sufí de Attar en el camino hacia Simorgh, esa ave mística, ese rey buscado. En la unión mística final la plenitud produce la revelación: cada una de las aves ha llevado el Simorgh en sí misma, el viaje ha sido un viaje interior, en plena comunión con el sufismo. En el camino está la poesía de San Juan de la Cruz, el gran poeta sufí del occidente cristiano, que convive con las voces poéticas de otros grandes poetas de las tradiciones persa y árabe”.
Este estreno, con el que el Teatro Real continúa su política de nuevas creaciones y de apoyo a la música española, quiere ser, en palabras de sus creadores, “un puente de unión entre oriente y occidente, una búsqueda en el interior de cada uno”. También se caracteriza la ópera por su novedad creativa gracias al empleo de la electrónica en vivo y a la utilización total del espacio, ya que toda la Sala funciona como una caja de resonancia en la que conviven desde la viola de gamba hasta los elementos más vanguardistas. Cantantes, actores, bailarines, músicos que salen del foso y una escenografía simbólica y creativa, configuran uno de los espectáculos más completos de la presente temporada, según los responsables del Teatro.
Se hace referencia a la música española del siglo XVI con el uso de violas da gamba, y a músicas de la tradición islámica, integradas en un lenguaje musical unificado y original. El uso total del espacio arquitectónico, junto a la danza y el movimiento, son elementos también sustanciales e imprescindibles en este viaje. El director musical del Teatro Real, Jesús López Cobos, tiene a su cargo esta nueva producción, en la que interviene un espléndido reparto encabezado por el barítono alemán Dietrich Henschel (que se presenta en el Teatro Real), la soprano Ofelia Sala, el contratenor Carlos Mena, el tenor José Manuel Zapata y el actor José Luis Gómez.
Se trata de un acontecimiento que resultará muy interesante a los que tengan la suerte de presenciarlo, en la línea siempre espectacular de este Teatro Real, que continúa así una política de nuevas creaciones que ha dado frutos como Divinas Palabras de Antón García Abril, Don Quijote de Cristóbal Halffter, La señorita Cristina de Luis de Pablo o Dulcinea de Mauricio Sotelo.
Coincidiendo con este estreno, la editorial Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores publica una nueva edición de la novela de Juan Goytisolo Las virtudes del pájaro solitario, que incluye una veintena de ilustraciones de Frederic Amat. Un texto clave en la obra de su autor, y que supone un esfuerzo por enlazar, bajo un escenario apocalíptico, la mística de San Juan de la Cruz de Cántico espiritual —la figura del pájaro solitario como símbolo del alma contemplativa— con la tradición sufí, en un texto que aúna erotismo, poesía, misticismo e innovación en opinión de la editorial.
'POESÍA Y CONOCIMIENTO DE LA MANO'
Sánchez-Verdú cree que la voz (”el supremo misterio del hombre” para Lévi-Strauss, "aúna el alma y el diafragma" para G. Steiner) puede ir más allá del modelo apegado a la tradición por caminos sorprendentes y nuevos, y que la música es el sustrato sobre el que nuevos elementos interaccionan, transformándolo e incluso trascendiéndolo hacia otras formas quizá todavía por idear. 'Viviendo tiempos en los que predomina la falta de riesgo, lo fácil, la mera repetición y la mitomanía de las estrellas o la tiranía de los directores de escena, todos jaleados por cierto público, crítica e intereses de mercado', presenta una obra en la que 'la sensibilidad, la aventura y la renovación de la tradición nos haga confluir en un viaje donde lo poético y el conocimiento se den la mano a partir de la música'.
Pero lo Poético resulta casi irreconocible, y el Conocimiento no aparece por ningún lado. Mística, mística cristiana y mística súfi, son cuestiones mayores que aquí se manejan con superficialidad, como el mismo hecho de considerar a San Juan de la Cruz un místico sufi, vieja polémica absurda.
Frederic Amat cree que hay que sugerir las cosas más que mostrarlas, con voluntad de síntesis y cuestionamiento; que hay que crear un espacio escénico en donde celebrar esta otra realidad y acontecimiento que reinventa el teatro en cada representación, un espacio escénico como vehículo de tránsito del mundo auditivo al mundo visual, en correlación con las diferentes expresiones en escena: poesía, coreografía, dramaturgia y expresión cinematográfica. Todos ellos dispuestos a diluir su mutua presencia con el fin de que la ópera se revele a sí misma.
Ambos han explicado abundantemente estos días su propósito. 'El viaje a Simorgh' se ha aproximado al objetivo. Pero para mí al menos, innovar no es empezar una ópera con una larga proyección de vídeo o dos figurantes practicando sodomía. Innovar no es convertir la palabra en ruido ininteligible, y los mejores versos de nuestra poesía en desgajados balbuceos. Innovar no es oscurecer sino alumbrar, y el siglo XXI no puede, no debe ser un estertor del siglo XX.
Prologo de "Las virtudes del pájaro solitario"
de Juan Goytisolo, con ilustraciones del artista Barcelonés Frederic Amat,
principal obra en la que se basa "El viaje a Simorgh".
Aquí un comentario sobre dicha obra:
«En la interior bodega de mi amado bebí». Con estos versos de San Juan de la Cruz se abre una de las novelas más atrevidas de la narrativa española. Las virtudes del pájaro solitario, publicada en 1988, enlaza, bajo un escenario apocalíptico, la mística del San Juan de la Cruz de Cántico espiritual -la figura del pájaro solitario como símbolo del alma contemplativa- con la tradición sufí. Erotismo, poesía, misticismo e innovación en un texto acompañado por más de una veintena de ilustraciones del artista Frederic Amat.
LAS CONDICIONES del pájaro solitario son cinco. La primera, que se va a lo más alto; la segunda, que no sufre compañía, aunque sea de su naturaleza; la tercera, que pone el pico al aire; la cuarta, que no tiene determinado color; la quinta, que canta suavemente". Estas palabras de los Dichos de luz y amor de San Juan de la Cruz bien podrían, retrospectivamente, leerse como una descripción de Las virtudes del pájaro solitario, el libro de Juan Goytisolo que ha servido de inspiración a José María Sanchez-Verdú.
Pese a que no falta quien dice que hasta del Cántico espiritual podría salir un guión de cine, la soledad y la ambigüedad de la voz que habla en la novela parecían hacer difícil cualquier adaptación. No en vano es un texto sin personajes. Goytisolo, no obstante, sostiene que cuando concibió la aparición de la muerte sembrando la cizaña llegó a imaginarla como una ópera. Aunque subraya una prevención: "Siempre he procurado escribir para no ser adaptado. Para mí la literatura no es un medio". Las virtudes del pájaro solitario apareció en 1988. Su autor acababa de cerrar su ciclo memorialístico. Pasado el tiempo, recuerda que escribió la novela de un tirón: "Tenía la impresión de estar genéticamente preparado para escribirla". En su origen había una circunstancia imborrable: "Me creía afectado por la pandemia que afectaba a muchos de mis amigos". El sida. "Al final resultó ser una enfermedad que había contraído comiendo verduras en Egipto".
Respecto a la relación entre música y literatura, Juan Goytisolo sostiene que igual que existe un oído musical, existe un oído literario: "Se tiene o no se tiene. No es una valoración sobre la narrativa, pero la mayoría de los escritores que me interesan lo tienen; Joyce, Céline, Carlo Emilio Gadda...". Muchas de sus obras, dice, también están escritas en función de ese oído. De hecho, desde que publicó Telón de boca en 2003 no ha vuelto a escribir ficción más allá de los textos cortos que suele leer en público: "Desde Señas de identidad cada libro es una propuesta nueva. Y si no tengo nada que decir, me callo".
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