DOKTOR FAUST , Ferruccio Busoni
Se inauguró la temporada 2008-2009 con el "Doktor faust" de Ferruccio Busoni, estreno absoluto en España, una producción de la Staatsoper Unter den Linden de Berlín bajo la dirección escénica de Peter Mussbach y la musical de Pedro Halffter. Con ella nos encontramos con otra recuperada ópera alemana del primer tercio del S.XX junto a "Der Ferne Klang" de Franz Schreker, y "El Enano" y "Una Tragedia Florentina" de Alexander von Zemlinsky
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Se trató quizás de una de las puestas en escena más atractivas que se han puesto en pie en el Maestranza, una realización eminentemente onírica y muy sugestiva, con un trabajo impecable en iluminación. En este apartado visual quizás el cuadro escénico más completo fue el de el "Ducado de Parma", con las intervenciones del Coro y la resolución de las apariciones.
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En el plano estrictamente musical el triunfo fue para la ROSS y su director titular, Pedro Halffter, aunque se le puede achacar el excesivo impacto sonoro que buscaba en una obra eminentemente sinfónica, traduciendose en un muro insalbable para algunas voces ya de por sí poco agraciadas por su posición un inmenso y abierto escenario.
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El Coro de l A.A. del Teatro de la Maestranza estuvo a un alto nivel en una de los títulos más complejos a los que se ha enfrentado; en esta ocasión reforzado en las cuerdas masculinas por el Coro Intermezzo.
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El Mefistófeles de Robert Brubaker fue excelente, sobrepasando en presencia al conjunto orquestal. A buen nivel el resto de comprimarios, especialmente Mary Mills en su rol de Duquesa de Parma. Lo hizo lo mejor que pudo Christopher Robertson, ante un omnipresente papel de Faust.
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GIULIO CESARE, G.F. Händel
Volvía la ópera barroca al Maestranza con el "Giulio Cesare" de Händel . La velada era larga, muy larga, pues la función finalizaba sobre la 00'45 de la madrugada, es decir 4 horas aproximadamente de duración. Los días entre semana, en el segundo descanso, el público claudicaba y se marchaba a casa... había que trabajar al día siguiente. Sin embargo el incondicional estaba allí al final de la representación, aplaudiendo durante largos minutos.
-Hubo gran polémica y desacuerdo referida a la puesta en escena de Herbert Wernicke, una producción del Gran Teatro del Liceo y la Ópera de Basilea.
Los críticos de la ciudad abundaron en comentarios hacia la reggia con comentarios positivos como los de Pedro Coco en Mundoclasico :
"debemos reconocer que, visualmente, esta puesta en escena llena de simbolismos es atractiva, resulta dinámica, y ofrece grandes ideas, humor y un movimiento de actores muy acertado"
hasta otros comentarios situados en el polo opuesto como los de Andrés Moreno Mengíbar para el Diario de Sevilla.:
"De todas las producciones de este título disponibles se ha ido a elegir para Sevilla (y vaya usted a saber por qué ocultos e inconfesables motivos) la más fea y la más abstrusa con mucha diferencia. Una producción, firmada por Herbert Wernicke, que ya en sus representaciones en el Liceo en el 2001 y 2002 dio lugar a críticas que hablaban de "tedio", "burricie" y "bodrio". Términos que suscribimos sin rubor y a los que añadiríamos el de "fraude". Porque fraude es vender un Giulio Cesare en el que el director de escena se permite imponer al musical cortes de arias, interpolaciones de fragmentos espurios y atribuciones de fragmentos de un personaje a otro, con cambios en la acción dramática. Si a ello le añadimos la por desgracia habitual e irritante oscuridad, el cocodrilo omnipresente, la cabeza cortada de Pompeyo que va de mano en mano, el gazpacho de los vestuarios y la estulticia de unos cartelitos ilegibles, la cosa ya es como para que el público se ponga en pie y de una y vez le grite a los responsables del Maestranza un ¡Basta ya! que acabe con los adefesios escénicos del Regientheater que la germanofilia ciega y acrítica de la dirección artística de nuestro teatro nos está haciendo tragar en los últimos años" .
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Algún comentarista anónimo de La Razón perdió los papeles ostensiblemente, dejando bufidos como estos: "...el gran Haendel se había ausentado de las tablas sevillanas hasta el estreno, el sábado, de una versión libre de «Giulio Cesare» en la que no se ahorró a los asombrados espectadores ni un «peep show» a cargo del emperador y Cleopatra o un grotesco striptease a cargo de un extraño personaje vestido de «boy scout» en la escena de la violación de Cornelia, ni siquiera arias de otras óperas del autor a modo de morcilla. Hay un mucho de palurda pretenciosidad y un nada sutil toque de pedantería en quien quiere vender lo exclusivo antes de haber ofertado lo básico, pero he aquí una actualización del sevillano tópico que se alimentó de bocadillos de chóped durante dos meses para poder convidar a gambas en la Feria"
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Sin embargo, todos comulgaron en aceptar que el gran triunfador de la noche fué el propio Händel, su composición y sus ejecutantes. En este apártado existió absoluta unanimidad en considerar como gran triunfadora de la velada a la Orquesta Barroca de Sevilla y sus solistas con frases como estas: "Luminosidad, gran homogeneidad y empaste, o deslumbrantes ejecuciones solistas, nos llevan a confirmar -por si cabía alguna duda- que es la mejor formación barroca de nuestro país."
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"Estamos hablando, ni más ni menos, que del mejor conjunto barroco de España y uno de los mejores de Europa, asombró por el empaste y la variedad del color de su sonido, así como por la flexibilidad y la ductilidad de su respuesta. Bajo la batuta detallista y sumamente delicada de Spering, la OBS dio una lección de sonido, con intervenciones solistas ante las que quitarse el sombrero, como la de Jorge Rentería (asombrosa su técnica con la casi imposible trompa natural en Va tacito e nascosto), el concertino de Manfredo Kraemer (imposible pensar en mayor fantasía en la introducción a Se in fiorito prato), el oboe de Molly Marsh, el fagot de Carles Cristóbal o la flauta de Guillermo Peñalver"
-En el apartado canoro a destacar sobremanera la actuación de sus dos roles principales:
el Giulio Cesare de Lawrence Zazzo y la Cleopatra de Elena de la Merced y la siempre aplaudida Marina Rodríguez Cusí en su papel de Cornelia.
El resto del elenco quedó en segundo plano, llevandose lo peor de la crítica el Ptolomeo de David Hansen.
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