04-10-2009
Desconocido Strauss cómico
"La mujer silenciosa" de Strauss. F.Hawlata, B.Bornemann, K.Kuttler, B.Berchtold, J.Bauer, E.de la Merced, K.Gumos, A.García, F.Bou, etc. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. M.A.Marelli, dirección de escena. P.Halffter, dirección musical. Teatro de la Maestranza. Sevilla, 3 de octubre.
Tras "El caballero de la rosa" (1911) y con diez óperas en el baúl, Strauss hubo de convivir con las músicas, más modernas si se quiere, de Schönberg, Berg o Stravinski. En 1932 se entusiasmó con el borrador de "La mujer silenciosa" que le enviase Stefan Zweig, con una trama paralela al "Don Pasquale" donizettiano. Se trata en consecuencia de una ópera cómica aunque dramáticamente, y a pesar de su estreno en 1935, los acontecimientos en Alemania acabaron por impedir una mayor colaboración entre ambos personajes. Zweig se suicidaría en Brasil, en 1942, junto a su esposa. La partitura lleva el sello inconfundible de su autor y enlaza con “Arabella” y “Capriccio”, permitiéndose algunos guiños al pasado, como a Mozart.
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Incomprensiblemente nunca hasta la fecha se había estrenado en España, por lo que la Maestranza se apunta un buen tanto al abrir su temporada –“Cyrano de Bergerac”, “La Favorita”, “Diario de un desaparecido”, “Partenope”, “Turandot", “El Empresario” y “La isla deshabitada"- con ella. La producción, proveniente de Viena y Dresde, funciona razonablemente, aunque la enorme chimenea marítima, dentro de la que se sitúa la casa del exalmirante Sir Morosus, perjudique la proyección a la sala de unas voces ya de por sí poco pródigas en sus volúmenes. Así la del bajo protagonista Franz Hawlata, escaso también del profundo registro bajo del personaje. Julia Bauer, una lírica-ligera con algún puntual problema de fiato y empuje en el final del segundo acto, resuelve convincentemente las partes vocal y escénica, al igual que el resto del reparto femenino, aunque quizá la obsesión por el tema del ruido, fundamental en la obra, lleve a más de una cantante al grito excesivo. Superior aún el tenor Bernhard Berchtold y el barítono Klaus Kuttler.
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Pero la mejor labor de la noche fue la realizada por Pedro Halffter, esta vez muy cuidadoso en las dinámicas, fraseando con vuelo esas inconfundibles melodías straussianas -¡qué preciosidad el sereno final del acto segundo tras el muy vibrantemente concertante "rossiniano" del primero- y manteniendo el contraste entre la comicidad general y la solitaria amargura del marino. Un gran éxito en una ópera que ha supuesto un muy agradable descubrimiento para el público.
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