domingo, 22 de marzo de 2009

CRÍTICAS DE LA FANCIULLA DEL WEST

22-03-09
Juan José Roldán

Mucho se ha hablado de la influencia que en esta producción que se estrenó el pasado viernes en Sevilla ha ejercido el cine. Sin embargo, no hay casi nada en este formidable montaje de la Ópera de Roma que no se encuentre en el libreto original, lo que teniendo en cuenta su estreno en 1910 hace pensar que es al cine al que más tarde se le presentó muy clara la iconografía del género. Se ha hablado también de su música como espléndida banda sonora, si bien aún debían pasar más de veinte años para encontrar ejemplos parecidos en los trabajos que Max Steiner compondría para las primeras cintas del oeste.
Claro que Halffter sí ha entendido e interpretado la partitura potenciando su función de subrayado dramático. Suyo es en gran parte el mérito de haber puesto en escena el que es sin duda uno de los espectáculos operísticos más fascinantes y redondos que recordamos en nuestro coliseo sevillano.
Nos consta que ni en Roma ni en el mismísimo Met los resultados llegaron a ser tan sobresalientes como los disfrutados en esta ocasión, de la mano de una orquesta en estado puro de gracia. La dirección de Halffter, rica y precisa en vuelo lírico y sentido épico, conjuga perfectamente todos los elementos que Puccini puso en juego en este título eminentemente sinfónico, cuyas asombrosas melodías recaen más sobre la orquesta que en las voces. La capacidad del director para subrayar emociones y hasta estremecer le colocan en el lugar más alto a nivel musical de esta espléndida producción. La nitidez, la capacidad para el detalle, la voluptuosidad y el intimismo exhibidos en el foso sitúan la experiencia de disfrutar de este espectáculo en el terreno de lo místico.
A buen seguro que ni Puccini ni sus libretistas hubieran imaginado una puesta en escena tan lograda, brillante y fiel a sus propuestas. Del Monaco funde perfectamente el espíritu empresarial con la ambición artística, como antaño, pero aprovechando las posibilidades del teatro moderno en factores como la iluminación, la profundidad de campo o los efectos visuales. Un trabajo que ha de emocionar con temas como la generosidad, el perdón o la redención ha de convencer con una buena dirección de actores, y la suya es excepcional hasta en los personajes secundarios y el coro, creando un espectáculo dramático de primerísima categoría. El mismo espíritu empresarial y artístico al que aludía Betty Hutton, una suerte de Minnie en La reina del Oeste, cuando cantaba There's no business like show business.
Al cierre de esta edición a buen seguro que estarán triunfando sobre el escenario las espléndidas voces del matrimonio Daniela Dessi y Fabio Armiliato –segundo reparto–, auténticos divos muy familiarizados con esta ópera, cuyo estreno romano hace un año ellos mismos protagonizaron.
En el primer reparto, sin embargo, Janice Baird exhibió una voz puntualmente temblorosa, con cuadros espasmódicos que impidieron apreciar en ocasiones su calidad armónica, una zona centro pobre y escasa proyección en los graves aunque sobrada en los agudos.
Por su parte, Berti mantuvo cierta rigidez de modulación y fraseo, también unos graves complicados y dificultad para encontrar el tono y la afinación precisa. A pesar de todo ambos demostraron poseer unas hermosas voces.
Claudio Sgura construyó su personaje con sobriedad, amplia capacidad dramática y una voz homogénea, precisa y de gran proyección, que entonó con enorme sensibilidad y buen gusto.
El resto del elenco, vocal y dramáticamente impecables, y el coro magistral. Una ciudad como Sevilla no debe perder la oportunidad de llenar cada una de las seis funciones de este extraordinario espectáculo.


Feliz cumpleaños para la fanciulla
Domingo, 22-03-09
ABC de Sevilla
CARLOS TARÍN
«La fanciulla del West» de Puccini. Intérpretes_Janice Baird, Marco Berti, Claudio Sgura, Vicente Ombuena, Manuel Esteve, Manuel de Diego, Fernando Latorre, Alberto Feria. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Coro de la A. A. del Teatro de la Maestranza (Dir.: Julio Gergely). Dirección de escena, escenografía y vestuario: Giancarlo del Monaco. Iluminación: Wolfgang W. Zoubek. Dirección musical: Pedro Halffter. Producción: Ópera de Roma.

Lugar Teatro de la Maestranza. 20/03/2009.


No es frecuente oír esta ópera en los escenarios europeos con la misma frecuencia que en los americanos. Por eso, cuando se hace debe acompañarse de una producción tan espléndida como la que hemos disfrutado. Gran parte del mérito es de la contumaz dirección escénica de Giancarlo del Monaco. Conoce perfectamente -y de nacimiento- el mundo de la ópera, así que está inmunizado contra las sandeces con las que tantos llamados directores de escena nos trufan cuando se acercan a la ópera, basados en los principios de poca iluminación, alguna escena de sexo que «escandalice» a la audiencia y situar la acción en otra época, a ser posible de forma minimalista.

Del Monaco ha optado por dejar la época en su sitio, entre otras cosas porque el Oeste americano es ya de por sí suficientemente exótico y de estética muy marcada como para evitarlo. Los espléndidos y realistas decorados nos ayudan a situarnos en esta tenue trama, y el minucioso, imaginativo, profundo y dinámico trabajo de movimiento escénico nos embute por completo en el drama.

En lo vocal la cosa fue más variable.
Por un lado, la Baird nos decepcionó con respecto a actuaciones anteriores, bien porque su voz ya no es lo que era, bien porque su tesitura no era la adecuada al rol. Lo cierto es que algunas notas agudas costaron, pero sobre todo la forma de abordar el registro más grave la obligaron a engolar, lo que unido a los constantes saltos a que se ve sometida su melodía le suponía continuos cambios de color.

Sgura dio vida a un sheriff cuya coloración fue uniforme, acaso en exceso, y quizá con la voz echada un tanto para atrás, lo que le hacía perder emisión y volumen.
Al contrario que ambos nos resultó Marco Berti, un tenor de registro muy asentado, especialmente en el portentoso agudo, cercano a ese viso heroico que el personaje redimido conlleva, y en el que suele moverse su personaje.

Y luego un buen elenco de comprimarios españoles, muy conocidos de todos los aficionados, con un excelente Vicente Ombuena o un estupendo Manuel Esteve, entre otros.

El coro masculino estuvo francamente bien, empastado, seguro, lo que aparte de alegrarnos en lo personal, supone un mérito, porque su trabajo no es fácil, y menos en el «perpetuum mobile» a que Del Monaco los somete.

En el foso las cosas fueron igualmente bien, pues Puccini está en la órbita del maestro madrileño, y a la habitual docilidad de la cuerda aquí se añadía la contundencia del metal, en especial en el tercer acto, lo que ofreció los suficientes contrastes. La madera, aunque ajustada y bien afinada, podía haber sonado más redondeada. Verdaderamente fue un final feliz para esta ópera, que el año próximo cumplirá 100 años.




El Teatro Maestranza de Sevilla estrenó anoche "La fanciulla del West", ópera de Giacomo Puccini que contó con una espectacular puesta en escena de Giancarlo Del Monaco que cautivó a los espectadores desde el primer momento, y que supuso también un triunfo para el director musical Pedro Halffter y los cantantes Marco Berti, Janice Baird y Claudio Sgura.

No es tarea fácil desarrollar convincentemente la dramaturgia de la ópera menos representada de Puccini (en España se vio "La fanciulla del West" por última vez en 1984 en el Liceo), cuya acción transcurre en el Oeste, concretamente en la California de 1848, en plena fiebre del oro.
El director de escena, escenógrafo y figurinista de esta producción procedente de la Ópera de Roma, Giancarlo Del Monaco, ha desplegado toda su fantasía y su capacidad creativa para trasladar a los espectadores a un western hollywoodiense que es escrupulosamente respetuoso con la partitura.

Los movimientos actorales son muy cinematográficos y la atmósfera plasmada en el escenario es "de película": partidas de póquer en la taberna que acaban en pelea, con rotura de botella incluida sobre la cabeza de algún vaquero; espectacular entrada de Minnie en al taberna; caballos; la diligencia; carteles que rezan "Wanted"; una preciosa tormenta de nieve que cae sobre la cabaña mientras tiene lugar la escena de amor de los protagonistas? o la aparición Minnie, rifle en mano, para liberar a su amado de la horca.

La soprano estadounidense Janice Baird delineó una Minnie sicológicamente valiente ante las adversidades y sensible ante el amor, y vocalmente muy adecuada a la tesitura que exige el personaje, con especial firmeza en la zona aguda. La artista ya había triunfado anteriormente en el Maestranza con "Elektra" y "La valquiria".

El tenor Marco Berti, en el papel de Dick Johnson, emocionó gratamente al público y recibió una gran ovación y bravos en los saludos finales de la representación. Evidenció potencia vocal en los momentos de mayor dramatismo y densidad orquestal, y sacó a relucir su belleza tímbrica y expresividad en la famosa aria 'Ch'ella mi creda'.

Éxito también del barítono Claudio Sgura, en el papel del sheriff Jack Rance, y del resto del reparto que, aunque en cometidos muy breves, fueron en general buenos actores y cantantes: Vicente Ombuena, Pavel Kudinov, Manel Esteve, Jon Plazaola, Radoslaw Wielgus, Manuel de Diego y Giovanna Lanza.

En el foso, al frente de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla, triunfó Pedro Halffter, que fue ovacionado en los saludos finales. El director madrileño supo estar a la altura de una de las partituras más complejas de Puccini e imprimió ciertos aires straussianos en la ejecución de las dinámicas.

Estas representaciones de "La fanciulla del West" cuentan con un doble reparto en el que se alternan las sopranos Daniela Dessì (días 21, 24 y 26) y Janice Baird (días 23 y 25) en el papel de Minnie y los tenores Fabio Armiliato (días 21, 24 y 26) y Marco Berti (días 23 y 25) en el rol de Dick Johnson.




Pasión y teatralidad en la voz
Andrés Moreno Mengíbar
Diario de Sevilla
22.03.2009
Cast B
Daliela Dessi
Fabio Armiliato
Silvano Carroli

Como suele ser habitual una vez pasada la tensión de la primera noche, las cosas rodaron por mejores caminos aún en la segunda velada de La fanciulla del West. Si antes de anoche pudo notarse algún momento en que el sonido orquestal tapaba a alguna voz (aunque ello fuese achacable más la debilidad de esa voz que a una falta de control dinámico por parte de la batuta), ayer el equilibrio entre foso y escena fue prácticamente perfecto.

La dirección de Halffter, por añadidura, incidió de forma aún más dramática sobre los pasajes de mayor intensidad, como el magnífico crescendo previo a la partida de cartas del segundo acto o la delicadeza del cierre del primero.

Con todo, el mayor interés de la velada residía en volver a escuchar y ver a la pareja Dessì-Armiliato tras el maravilloso recuerdo de su Manon Lescaut de hace años. Y a fe mía que no desmerecieron la espera. No creo que sea exagerar la nota de los caracteres nacionales si digo que para dotar a las heroínas puccinianas de toda su carga dramática y sonora son necesarias voces italianas.

Daniela Dessì representa en sí misma todo lo mejor de la escuela italiana de canto, pues la emisión es siempre firme y homogénea, la voz está siempre fuera, sin nota de engolamiento ni entubamiento, desplegándose con amplitud por el espacio a todo lo largo del diapasón. A unos agudos incisivos pero siempre bellos se une una zona grave bien apoyada y cubierta. Y con esa materia prima y esa técnica intachable aborda la interpretación desde la pasión expresiva, con un fraseo siempre matizado en el que sobresale la manera de alargar las frases, de ligar los sonidos en amplios arcos sonoros posibles gracias a un fantástico fiato. En los dos dúos estuvo en gran artista a la antigua.

Como un poco a la antigua, valiente en la emisión y arrojado en la expresión estuvo también Armiliato, con su manera tradicional de girar la voz en la zona de paso, apoyándose en un ligero portamento para colocar los agudos con amplitud y penetración. No es un simple tenor trompetero, sino que sabe apianar y cantar con delicadeza a plena voz, sin cambios de color. Y se mueve con soltura escénica complementando la teatralidad innata de su canto, haciendo uno de voz y cuerpo.

Todo lo contrario por desgracia (porque es la nota discordante de la noche) que Silvano Carroli. Una ruina vocal en toda regla, con la voz sin apoyo alguno, fea y berreante y que se saltó la mayoría de sus indicaciones escénicas.






Diario de Sevilla
Andrés Moreno Mengíbar
21-03-09
Cast A
Janice Baird
Marco Berti
Claudio Sgura

Noche grande con el mayor de los espectáculos cuando se recurre a elementos de asegurada fiabilidad. En mi opinión, se trata de la mejor producción escénica de los últimos cinco años del Maestranza, una producción que demuestra que no hay que recurrir a genialidades de pacotilla ni a enrevesadas interpretaciones para que una ópera adquiera toda la dramaticidad posible ni para que el público se mantenga atento y abstraído por la ilusión teatral.

Claro que se trata de Giancarlo del Monaco, para mí el mejor director de escena operístico de la actualidad. Su concepción, como todas las suyas que en este teatro hemos visto, parte siempre de la música, de sus pulsos y ritmos, de sus necesidades y exigencias. La dirección de actores es detallista hasta el infinito y la concepción plástica va siempre acompasada al discurso sonoro, a favor de él y no en contra o al margen, como suele ocurrir tantas veces. Valgan una serie de detalles para avalar la meticulosidad del juego espacial, como la pelea de los mineros en el primer acto, que sin dejar de ser eso, una pelea, parece una danza totalmente machihembrada con el ritmo incisivo que procede del foso, para abrirse como en un resplandor con la llegada de Minnie; o la entrada de la luz de luna al final de ese acto; o el juego de asociaciones de personajes en la turbamulta del tercer acto. La escenografía es realista (cosa rara hoy día), de fuerte impacto visual y sólida corporeidad y en ella sobresale el juego de dobles planos en el segundo acto (interior y exterior de la cabaña) o las perspectivas fugadas de los edificios en el tercero. Y todo ello se beneficia de una muy poética iluminación llena de matices y gradaciones.

Pedro Halffter ha firmado su mejor dirección de ópera en Sevilla con un título que, precisamente, hace de la orquesta el personaje principal. Sin llegar a tapar a las voces, moldeó un sonido brillante, denso y muy matizado, con gran sentido dramático. Destacaría la ampulosidad sonora del final o la incisividad en los acentos de toda la escena final del segundo acto, con esos clarinetes afilados como cuchillos y, en general, toda una orquesta sonando a un muy alto nivel.

Una pena lo de Janice Baird. Guardábamos un muy grato recuerdo de sus interpretaciones sevillanas (Valquiria y Elektra) de años atrás, pero en la actualidad su voz es una sombra de lo que era. El registro medio y grave está descolocado, sin apoyo, suena hueco, feo, tembloroso y poco. Salvo en la escena de la partida de cartas, donde estuvo mucho mejor, las notas superiores sonaron metálicas y chillonas, con cierta vacilación en la afinación.

Marco Berti demostró las razones de su prestigio, fundamentalmente lo espectacular de su registro superior, un auténtico cañón cuando canta en forte. Otra cosa es cuando apiana o el segmento central y grave, en este caso de menor calidad tímbrica con alguna media voz poco ortodoxa.

Sgura fue un Rance impactante gracias a su capacidad dramática y a una voz grande, potente, muy homogénea y de timbre muy grato.

Además de un coro masculino al que felicitamos, cabría destacar nombres como los de Plazaola, De Diego, Esteve o Latorre entre los mejores secundarios.

1 comentario:

alidoro dijo...

En verdad no se trata de un comentario, sino de una felicitación a la anónima persona (o personas) que está detrás de este blog. Somos muchos los que lo consultamos y disfrutamos de él. Enhorabuena por tu (o vuestra) labor en pro del arte lírico en Sevilla. cjmmsevilla@hotmail.com