viernes, 25 de septiembre de 2009

El Maestranza calienta motores con los ensayos de ‘La mujer silenciosa’

Ismael G. Cabral
23-09-09
El Correo de Andalucía

Todo en el Teatro de la Maestranza será agitación durante los próximos días. La temporada lírica arranca el 3 de octubre y en el escenario ya se trabaja al máximo para estar listo a tiempo. La mujer silenciosa, de Strauss, será estreno en España y el evento vuelve a adquirir relevancia internacional.

Inaugurar el curso con un título ajeno al repertorio forma ya parte de la identidad de la casa. Pasó con Lulú, Der Ferne klang y Doktor Faust. Los días 3, 5 y 7 de octubre volverá a suceder con la presentación nacional de Die Schweigsame Frau (La mujer silenciosa), obra estrenada en Dresde en 1935 y cuya irregular suerte se ha visto mitigada con la producción de la Ópera de Viena que presenta ahora el Maestranza.

El director artístico del teatro, Pedro Halffter, no escatima piropos:“He pasado todo el verano estudiando la partitura y me encantaría poder transmitir al público la maravilla que es esta ópera”. En el escenario, mientras el maestro se deshacía en elogios hacia la música, actores, figurantes y personal técnico descendían hacia las profundidades de La mujer silenciosa para poder ofrecerla en óptimas condiciones.

La ópera propone un ácido argumento doméstico en el que un hombre egoísta y solitario (Sir Morosus) padece un gran desengaño cuando, al casarse con una mujer supuestamente servil y dócil (Amita), descubre que ésta es en realidad fiera y agresiva. La soprano Julia Bauer, que encarna a la enérgica protagonista, confiesa ser una recién llegada al papel:“En cuanto me dieron la partitura me puse a reír, además, la puesta en escena de Marco Arturo Marelli subraya muy bien la comicidad”, explicaba ayer en su camerino durante un descanso del ensayo. “Hay momentos picarescos muy divertidos, espero que los sevillanos disfruten de ella pese a contener un humor típicamente alemán”, advirtió.

Con un elenco en el que la mitad del reparto nació en la patria de Beethoven y la otra mitad habla la lengua de Goethe con una fluidez que confunde resulta un descubrimiento encontrarse con la soprano Elena de la Merced, que vivirá en estas funciones su primer y anhelado encuentro con la música de Strauss. Para ella sin embargo su papel dista mucho de ser un aria de lucimiento, “lo que canto es un auténtico trabalenguas, hago un papel que exige una gran precisión, es tan difícil como breve”, decía ayer mientras por megafonía, en alemán y en castellano, se la llamaba al escenario.

Allí, el asistente de Pedro Halffter, Santiago Serrate, conducía los ensayos en trío con el pianista Iñigo Sampil –la Sinfónica de Sevilla bajará al foso en un par de días– y con el director de escena, Marco Arturo Marelli, quien ejercía de sombra de los cantantes acotándoles hasta el más mínimo gesto que debían realizar. Aguardando su turno estaba Henry Morosus, sobrino de Sir Morosus y culpable del estropicio familiar, a la sazón el tenor Berhard Berthold, fascinado por la posibilidad de cumplir un sueño que se remonta 15 años atrás: “Cuando la vi en Viena hace más de una década deseé profundamente formar parte de ella algún día”. ¡Et voilà!, concedido.

En esta Mujer silenciosa hay grandes sueños y aspiraciones más modestas pero igualmente hermosas, como la que anima al figurante sevillano Miguel Ángel Luque a presentarse a cada casting operístico: “Necesito este trabajo, no te saca de pobre, pero lo adoro. Ahora estoy loco contando el tiempo para que llegue Turandot”. Él, una pequeña pero esencial pieza del engranaje, tiene que ser “mitad mimo, mitad acróbata” en la obra de Strauss. “Claro que lo mejor, la auténtica droga de este trabajo, es sentir a los cantantes a un palmo de ti”, decía entusiasmado.

Ni a Hitler, que no llegó a acudir al estreno, ni mucho menos a su ministro Goebbels, gustó esta humorada de Strauss. Más que nada porque tras ella estaba la figura del escritor –judío para más señas– Stefan Zweig, amigo del compositor, y figura determinante en la ruptura de éste con el régimen nazi. “Aunque el envoltorio sea de humor, La mujer silenciosa habla de algo tan importante como saber quien eres, aceptarte a ti mismo”, argumenta Halffter. Las primeras impresiones prometen. Faltan sólo diez días.

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