domingo, 20 de septiembre de 2009

"El aficionado que acude al Maestranza ha madurado. Hace mucho que no viene para figurar"


Remedios Navarro, gerente del Teatro de la Maestranza.
Foto: Javier Díaz.

Ismael G. Cabral
20-09-09
El Correo de Andalucía

–Cuando se la nombró en el cargo, en 2004, se dijo que usted era la persona idónea para dirigir el Teatro de la Maestranza. ¿Qué nota se pone cinco años después?
–Ésa me la tendrán que otorgar las cuatro administraciones implicadas en el coliseo. Por lo que a mí respecta se han negociado convenios, hemos equilibrado la situación financiera, la gira por China de la Orquesta de Sevilla ha tenido un saldo positivo, conseguimos unir en el mismo edificio la estructura del Maestranza y de la ROSS. Además, hemos puesto al día la deuda histórica que tenía este recinto.

–Muy mal se tuvo que hacer antes si ha tenido tanta tarea, ¿no?
–No, no se hizo mal. Pero al principio todo era nuevo y era lógico que hubiera problemas económicos.

–También ha sobrevivido a las obras de ampliación del teatro. ¿No se aburre ahora después de tanto ajetreo como ha tenido?
–Aquí no nos aburrimos nunca. Por mucho que organices, mañana habrá cambiado todo. En un lugar como este los imprevistos son constantes, exige una enorme dosis de creatividad. Y no hay que olvidar que el proceso de remodelación nos obliga a estar más presentes en los circuitos internacionales de la ópera. También queremos llegar a nuevos públicos, algo para lo que trabajamos día a día y también lo hacemos a través de asociaciones como Ópera XXI y Ópera Europa, donde contamos con representación.

–¿Su contrato viene con fecha de caducidad?
–Hace poco el director artístico, Pedro Halffter, y yo, hemos firmado por cinco años más. Así que me plantaría en diez años al frente al Maestranza. Creo que es un tiempo más que estimable. Luego, por mi parte, convendrá dejar paso a alguien con nuevas ideas.

–¿No tiene un poco de celos de Halffter? A él todos le conocen y le aplauden, su volante de mando, en cambio, está más en un segundo plano, en la oscuridad...
–Me siento conocida y querida por la gente. Mi personalidad me lleva a ser una persona prudente pero si hay algo que me guste es estar en contacto con el público, pero no debemos olvidar que soy una técnica, interpreto el rol que tengo asignado.

–¿Y ese papel conlleva decir que todo lo que se programa aquí es bueno sí o sí?
–A nivel personal soy muy exigente con algunas cosas. Hay veces que me he reunido con el equipo para hacer autocrítica. Y evidentemente, aquí juega el directo. Has podido comprar una función que ha salido excelente en otro lugar y que en Sevilla, los cantantes, de repente, no tengan una buena noche.

–Su despacho y el de Halffter están el uno frente al otro. Él decide contenidos y usted administra el dinero. Eso tiene que generar rencillas forzosamente...
–Hablamos todos los días, el equilibro del Maestranza se sustenta sobre las decisiones que asumimos ambos y cada uno sabe muy bien cuál es su parcela. Y Halffter tiene que sentir que todos le arropamos.

–¿Cuál de las propuestas líricas del director artístico le ha causado más miedo: Lulú, Der ferne klang, El enano...?
–Programar Lulú, en una de sus primeras temporadas, me pareció un reto por la modernidad de la obra. Pero el publico respondió. El aficionado que acude ha madurado, ya hace mucho que dejó de venir a figurar, ahora los que continúan entre nosotros quieren escuchar buena música.

–Se enfrentó también con la afición y con parte de la crítica en contra cuando llegaron al teatro. ¿Aquello pasó definitivamente a la historia?
–La gente nos quiere y aprecia el trabajo que estamos realizando. Sencillamente porque están comprobando todo lo que estamos luchando por la orquesta y el teatro.

–Hace unos años algunos conjuntos sinfónicos españoles iniciaron una crisis de abonados. ¿Percibió algo por estos lares?
–Nosotros nos hemos mantenido e incluso hemos ido subiendo en aforo. La primera temporada de Halffter hubo algunas deserciones, pero entraba dentro de lo normal. Luego nos fuimos recuperando, conforme todos fueron entendiendo que modernidad y clasicismo son los dos ejes de la programación de una orquesta sinfónica.

–Siempre habla con gran tranquilidad del público. ¿Tan segura está de haberse ganado al melómano sevillano?
–El Teatro de la Maestranza es un modelo, un referente para otros coliseos sobre cómo hemos conseguido atraer al público. El sevillano siente muy cercano el Maestranza y lo ha hecho suyo. Es bueno que sea así, que nadie vea este recinto como un lugar elitista. Que la ópera debe ser accesible a todos es uno de mis mayores convencimientos. Me parece encantador cuando alguien me dice que siente como si un trocito del teatro le perteneciera.

–¿Cómo se está llevando a cabo la renovación del público?
–Involucrando a los espectadores del mañana. Seguimos apostando por el Abono Joven, a medio plazo estamos seguros de que esta propuesta nos va a dotar de una futura bolsa de público adulto.
También captamos a los niños, el año pasado vinieron por aquí 12.600. Y por supuesto no olvidamos a nuestros fieles. Por ello programamos para todo el mundo, quiero que todas las sensibilidades, desde la más clásica a la más moderna, se sientan representadas.

–¿Y no le parece una carencia desorbitada de glamour el servir en los intermedios tortilla de patatas y cerveza en botellín?
–(risas) El glamour debe estar en el escenario. Además, en ningún otro lugar probará usted una tortilla más deliciosa que la nuestra. En lo que sí estoy empeñada es en que la gente pueda beber cava.

–No conozco muchos coliseos líricos que tengan tantas hipotecas como este. Actos institucionales, flamenco, danza...
–No son hipotecas, hay que entender que desde la línea Madrid-Valencia, el Maestranza es el principal escenario de la mitad Sur de España. Y como teatro público que es, está obligado a atender a todas las inquietudes, así nos lo dicta la política cultural de la Junta de Andalucía. Eso sí, la pluralidad de nuestra programación implica una dificultad aún mayor. No sólo damos ópera por lo que las condiciones técnicas varían a diario.

–¿Qué opina del aparcado proyecto del Auditorio de Sevilla?
–Ahora mismo no creo que eso deba ser ninguna prioridad. La cultura no debe ser ajena al mandato general de austeridad. No es fundamental en absoluto.

–Cuando se reúne con sus colegas, directores de otros teatros como el Real de Madrid y el Liceo de Barcelona, ¿les mira de frente?
–De frente y a los ojos. El Maestranza está totalmente implantado a nivel nacional. No tengo ningún complejo con respecto al Real y al Liceo. Pero tenemos que ser consecuentes, un teatro como el Liceo, con 150 años de historia, es normal que esté por encima en dotación presupuestaria y, por tanto, también en el número de programas.

–¿Alguna vez ha temido que un vaivén político desvíe de su camino al Maestranza?
–Por ahora nunca. En el consorcio rector están representados los tres partidos principales, PSOE, PPe IU. He tenido trato con miembros de todos ellos y creo que unos y otros asumen el papel que juega este coliseo, ninguno osaría tocarlo para empeorar nada

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