martes, 21 de abril de 2009

Los Pescadores de Perlas


Les pêcheurs de perles

Georges Bizet

(1838-1875)

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ÓPERA EN CONCIERTO

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Ópera en tres Actos

Libreto de Eugène Cormon y Michel Carré

Estreno el 30 de septiembre de 1863

en el Théâtre-Lyrique de París

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Dirección PEDRO HALFFTER

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Zurga, jefe de los pescadores (barítono)

Nadir, pescador (tenor) ROBERTO ALAGNA

Leïla, sacerdotisa de Brahma (soprano) NATHALIE MANFRINO

Nourabad, gran sacerdote de Brahma (bajo)

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Real Orquesta Sinfónica de Sevilla

Director Artítico Pedro Halffter

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Coro de la A.A. del Teatro de La Maestranza

Director Julio Gergely




LIBRETO

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Figurines de Umberto Brunelleschi (1879-1949)

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En los años sesenta del siglo XIX, el ministerio francés de Bellas Artes tuvo la feliz iniciativa de subvencionar al Teatro Lírico Parisino con 100.000 francos para que se representara anualmente una ópera de tres actos cuya música hubiera sido creada por antiguos alumnos de Villa Médicis. Leon Carvalho, director del Téàtre-Lyrique, apostó por un joven de 25 años Georges Bizet (París 1838 – 1875).

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“Los Pescadores de Perlas” no tuvieron mucho éxito en su estreno, el 30 de septiembre de 1863, a pesar de su ambiente exótico, recibiendo numerosas críticas por parte de sus detractores, que encontraban que hacía demasiadas concesiones al wagnerianismo y al verdianismo. Sólo Hector Berlioz reconoció que había allí "una cantidad considerable de piezas musicales bellas y expresivas, llenas de vigor y de rico colorido".

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Los grandes cantantes se hicieron cargo de los papeles principales en fecha posterior; la interpretación de Caruso del personaje de Nadir es hasta hoy inolvidable. Algunos números aislados se han hecho conocidos en todo el mundo por medio del disco, la radio, etc., pero las interpretaciones de la obra completa son raras.

Bizet está aquí todavía en sus comienzos.





El amor de Bizet por los temas exóticos y su capacidad para manejarlos se reconocen con claridad en esta ópera. Lamentablemente, se encontró con un libreto muy débil que, aunque no le impidió incluir en la partitura algunas partes brillantes (sobre todo un aria de tenor, otra de barítono, un dúo para ambas voces masculinas y algunos buenos efectos orquestales), fue un obstáculo para la difusión de esta obra.

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El libreto se lo presentó a Bizet el director del Théátre Lyrique y respondía al gusto por el «exotismo», que en esa época estaba muy arraigado. El fundador de esta tendencia fue Félicien David (1810-1876), un orientalista y músico poco conocido en la actualidad, cuya obra sinfónica "Le Désert" promovió, con su descripción del desierto, las llamadas del muecín y sus imitaciones sonoras (muy sencillas), la pasión por la música «exótica».

El interés existía desde hacía mucho tiempo; en cierto modo, El rapto en el serrallo de Mozart corresponde a esa tendencia, así como el Oberon de Weber; algunas obras de Gluck, Grétry y otros pueden considerarse precursoras.

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De las pocas óperas compuestas por Bizet es tal el éxito y la repercusión alcanzados por la célebre “Carmen”, la última de ellas, que las otras pueden pasar casi inadvertidas. Ahí están, unas más ocultas que otras, “Don Procopio”, “Djamileh”, “Iván El Terrible”, “La bella niña de Perth” y “Los pescadores de Perlas”.

Estas dos últimas han alcanzado una mayor trascendencia, ayudada, claro está, por la disponibilidad de excelentes grabaciones comerciales. Si para “Carmen” hoy se dispone de más de una docena de versiones editadas en sistema digital, para “Los pescadores de perlas” son al menos cuatro los registros comerciales que ya hay en el mercado.

Tras haber ganado el codiciado Premio de Roma (otorgado por la Academia de Bellas Artes de la capital francesa) Georges Bizet tuvo por derecho propio la oportunidad de presentar una obra de un acto en el Teatro de la Opera de París. Para tal efecto se propuso arreglar “La guzla del Emir”, un trabajo suyo ya compuesto.

Pero otro teatro parisino, el Teatro Lírico, también daba una gran oportunidad, ciertamente mejor, a los ganadores del Premio de Roma. Esta consistía en la oferta de componer una vez al año una ópera en tres actos, y por una generosa suma de francos.

Bizet renunció entonces al proyecto de “La Guzla del Emir” y se abocó, a instancias del empresario León Carvallo, a la composición de otra ópera, de mayor envergadura, accediendo así a la tentadora oferta. Esta ópera sería “Los pescadores de Perlas”, con libreto de Eugene Cormón y Michel Carré, este último gran colaborador en textos para óperas de Gounod, Thomás y Offenbach.

Inicialmente “Los pescadores de Perlas” iba a ser ambientada en Méjico, pero luego se optó por la India, por resultar más atrayente su exotismo, y dando de esta forma respuesta a los requerimientos del público francés de la época que gustaba conocer óperas emplazadas en lugares remotos y curiosos.

Los meses de agosto y septiembre de 1863 tomaron el trabajo de la afinación de detalles del libreto y la composición. En su desarrollo hubo no pocas dificultades para acordar un desenlace la para obra. Finalmente “Los pescadores de Perlas” fue estrenada el 30 de septiembre de ese año 1863, en el Teatro Lírico de París.

La respuesta del público y de la crítica no fue unánime. Unos vieron en ella una obra maestra y alababan al joven Bizet, entonces de 24 años.
Otros, encontraron que la ópera hacía demasiadas concesiones a Wagner y Verdi, máximos exponentes de la ópera alemana e italiana de su tiempo.

Donde sí hubo acuerdo, compartido posteriormente por Cormón y Carré, fue en reconocer el desequilibrio entre un pobre libreto y una música que es avasalladoramente superior. Para la carrera de Georges Bizet, “Los pescadores de Perlas” fue una obra decisiva, que lo hizo famoso.

Debe considerarse que ella es anterior a todas las obras que hoy apreciamos de este compositor francés. Sólo su Sinfonía en Do Mayor la antecede varios años, pero hay que recordar que, curiosamente, esta obra fue conocida ya adentrado el Siglo 20. “Carmen”, la última obra de Bizet, vendría 12 años después que “Los pescadores de perlas”.

Esta ópera está llena de melodías fascinantes, resaltando entre ellas el formidable dúo “Al fondo de un templo santo” para tenor y barítono, el cual debe entenderse como un himno a la amistad. Su tema se oye en varios momentos del desarrollo de la obra. Con ello, la ópera se nos plantea valorando la lealtad como una gran virtud humana.


ARGUMENTO


La acción de “Los Pescadores de Perlas” se desarrolla en la India,
en tiempos no precisados.

Acto primero

Junto a una playa de una isla de Ceylan, una comunidad de pescadores de perlas
se prepara para una nueva temporada de trabajo, construyendo sus cabañas.
Los hombres elijen a Zurga como su jefe.

Hasta ese lugar llega Nadir, antiguo amigo de Zurga,
con quien éste recuerda el pasado y su común amor por una muchacha,
a la que ambos habían dejado de lado para no comprometer su recíproca amistad.

Se acerca una embarcación en la que los ancianos de la aldea
han ido a buscar a una doncella virgen cuyo canto,
según las tradiciones, aplacará las eventuales iras del mar
en las jornadas de trabajo venideras.

La joven elegida, además, habrá de alejarse de todo amor humano,
siendo fiel a un estricto voto de castidad.

Pero a quien se ha traído es Leila,
la misma mujer de quien Zurga y Nadir estuvieron enamorados.

Acto segundo

Junto a las ruinas de un templo,
Leila reposa después del retorno de las embarcaciones de los pescadores.

Allí se encuentra con el sacerdote Nourabad,
a quien la muchacha cuenta que alguna vez arriesgó la vida para salvar a un fugitivo,
quien, en recompensa, le regaló un collar.

Más tarde, junto a unas rocas, Leila se reúne con Nadir.
Reviviendo el antiguo amor, éstos prometen juntarse en el mismo lugar todas las tardes.

Pero los amantes son sorprendidos por Nourabad,
quien los lleva ante la aldea para denunciarlos.
Allí Zurga reconoce a Leila y, cegado por los celos,
en su calidad de jefe condena a muerte a la pareja por su traición.

Se desencadena una tempestad, que aterroriza a los pescadores,
pues piensan que es producto de la ira del mar ofendido.

Acto tercero

En la tienda de Zurga, Leila trata en vano de defender a Nadir.

Ante su inminente muerte, Leila entrega a Zurga su collar
para que éste lo haga llegar a su madre.

Pero grande es la sorpresa de Zurga al reconocer la joya y con él a Leila,
aquella muchacha que una vez le salvó la vida.

Las cosas toman otro curso, pues Zurga decide salvar a los amantes, haciéndolos huir.

Para distraer a la multitud
expectante por el suplicio de los traidores, Zurga incendia la aldea.

Leila y Nadir logran escapar, pero Nourabad sorprende y condena a muerte a Zurga.

Será él quien será inmolado en una hoguera,
que ya ha sido dispuesta para aplacar la ira de los dioses.

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